Hace poco leí en un artículo una frase que me dejó pensativa: Hay quien hace de su propia existencia una antesala eterna donde todo se sueña pero donde nunca llega nada. Y es que las cosas no ocurren por casualidad. 

Al leer esta frase me di cuenta de las veces que he estado «esperando» a que algo suceda, a una llamada, una oportunidad, un trabajo, una cita… lo que sea. Hasta que comprendí que mi vida estaba sucediendo sin mí. Estaba postergando contínuamente lo que tenía que hacer, lo que quería ver, lo que quería conseguir. Estaba dejando de lado mis aspiraciones más profundas esperando que un día se solucionaran mis problemas como por arte de magia para que todo empezara a fluir. 

En parte, esta vida en  modo espera, no era del todo culpa mía. Investigando en mis raíces descubrí que era un patrón que se fijó en mí desde bebé. Cuando nací tuve que estar en una incubadora «a la espera» de un médico valiente, de una operación, del contacto con mis padres…

IMG_0774Pero volviendo, mi vida estaba pasando sin mí, sin vivirla, sin disfrutarla, sin conseguir realizar mis sueños. Me sentía frustrada, decepcionada con la vida, tenía la sensación de que nunca iba a despegar, de que por más que en mi mente tuviera claros mis sueños, era imposible alcanzarlos, siempre estaban un paso más lejos de donde yo estaba. Esto traía también a mi vida impotencia, inseguridad, desconfianza… una sensación nada agradable con la que me acostumbré a vivir.

Pero sobre todo tenía miedo, mucho miedo. Miedo a salir de aquella incubadora en la que todavía vivía. Miedo a intentar algo y fallar. Miedo a decepcionar a los demás. Miedo a…

Hasta que, harta de sentir que iba siempre un paso por detrás de todo y todos, decidí coger el toro por los cuernos y luchar por lo que quería. Fueron años de estudio, de formación en nuevas formas de ver y entender la vida y sobre todo a mí misma. Un tiempo que me llevó a una gran introspección, a averiguar quién soy y qué quiero en realidad y sobre todo a poner los medios necesarios para convertirme en la guionista, directora y protagonista de mi vida.

Ahora no hay nada que quiera hacer que no lo haga, o por lo menos lo intente y vea las posibilidades que tengo. Consigo realizar todos mis sueños y tener todo lo que siempre he querido tener. Por fin tengo la sensación de que mi vida es mía y la vivo según mis deseos y mis necesidades más profundos.

De todo este periplo vital saqué unas conclusiones que quiero dejarte aquí para que te animes a vivir tu vida, para que dejes el modo «stand by» y comiences a vivir de verdad:

No te centres en el «mañana será otro día». No esperes a que mañana ocurra el milagro. Haz lo que tengas que hacer hoy. Deja de un lado la procrastinación.

Si sientes el impulso de hacer algo, hazlo. Aunque te parezca una locura. Hazlo o por lo menos, pon los medios para que en un corto espacio de tiempo se pueda realizar. Esto te hará ir saliendo poco a poco de este estado de espera.

No hagas caso de tu diálogo interno. Tu mente vendrá con todas sus excusas, con todos sus miedos. Pero debes saber distanciarte de ellos y empezar por dar pequeños pasos. 

Acostúmbrate a no esperar nada de nadie. Cuando pones las expectativas en los demás, te estás diciendo que no eres lo suficientemente bueno como para hacer las cosas por ti mismo. Pide ayuda si la necesitas, pero no esperes a que vengan a darte el permiso para…

Aprende que la vida se vive cada día y que tú decides en cada momento cómo vivirla. Cada día tienes la oportunidad de estar más cerca de tus sueños. Cada día tienes la oportunidad de actuar. Cada día tienes la oportunidad de ser feliz.  

Agosto tiene mucho de esto. Es un mes en el que nos dejamos llevar por la inactividad, por la desidia, pensando que el tiempo de vacaciones es tiempo de no hacer nada. Está bien que te procures un descanso, días de despertar sin alarma, largas siestas… pero no aburrimiento, dejadez…

 

No esperes que ocurra algo extraordinario en tu vida, si no pones de tu parte. 

Ahora con la nueva entrada de curso, nueva temporada laboral, hazte un plan para salir de esta rutina vital. No vuelvas a la espera, a la frustración y decepción. Apunta alto en tus sueños y ve a por ellos.